domingo, 5 de julio de 2009

TERCER PERIODO

LLEGO EL TERCER PERIODO CHICOS ESPERO QUE SE DIVIERTAN Y QUE APRENDAN CON LOS SIGUIENTES VIDEOS Y LECTURAS EXITOS
A CONTINUACION PODRAN VER CINCO VIDEOS SOBRE NICOLAS MAQUIAVELO SACAR LAS IDEAS PRINCIPALES Y RELACIONARLOS EN UN MAPA CONCEPTUAL










LA REFORMA DE MARTIN LUTERO

construye un analisis de la reforma en el cuaderno

MARTIN LUTERO

ALGO DE LA VIDA MARTIN LUTERO

Mientras Savonarola, en el centro del mundo civilizado, batallaba por la pureza de la moral y creencias cristianas, crecía en las selvas teutónicas un niño que más tarde había de realizar el sueño de este y llevar a cabo la obra colosal de la reforma del Cristianismo. Se llamaba Martín Lutero. Nació cerca de Eisennach, Alemania, en 1483 de padres de humilde condición, que sin embargo se empeñaron por la educación de su hijo. Acabados los estudios elementales en su pueblo, pasó un año en una escuela de Magdeburgo y después fue a Eisennach a un colegio de los franciscanos. La pobreza de sus padres le obligaba a vivir como «estudiante pobre» es decir, recibiendo albergue libre y pidiendo limosnas a los ricos. En Eisennach encontró protección en la familia Cotta, que se interesó por él hasta el punto de ofrecerle un hogar en su casa.

En el año 1501, Lutero estaba listo a entrar en la Universidad de Erfurt, centro entonces de la vida intelectual de Alemania. Su padre había prosperado en su oficio de minero y resolvió hacer de Martín, su hijo, un abogado.

Progresaba en sus estudios hasta el año 1505, cuando repentinamente, dejó la carrera de la abogacía para entrar en el monasterio de los agustinos en Erfurt. Hay varias leyendas que explican este cambio inesperado, pero lo único que sabemos de los escritos de Lutero mismo, es que ciertas «dudas» respecto al estado de su alma le impulsaron a tomar los votos monásticos. Estas dudas le atormentaban aún después de entrar en el convento. Se sentía pecador y anhelaba el perdón de Dios. No encontraba lo que su alma deseaba en las costumbres y prácticas monásticas, a pesar de cansar a sus superiores con sus continuas confesiones y de castigar su cuerpo con un ascetismo riguroso.




Martín Lutero

Retrato por Lucas Cranach


Desengañado de estas cosas se dedicó a un estudio de las Sagradas Escrituras, una copia de las cuales había encontrado encadenada a un pilar de la biblioteca de la universidad. De estas y de las explicaciones de un anciano hermano del monasterio llegó a entender que el perdón de Dios no se alcanza por las penitencias y «buenas obras», sino simplemente por aceptar el perdón que su amor ha previsto.

Así, después de dos años de lucha, su alma encontró la paz que anhelaba.

Más o menos, en el año 1510, sus superiores mandaron a Lutero a Roma, para desempeñar allí una comisión del convento. El había esperado encontrar en el sumo pontífice y su corte, modales de la vida cristiana, y quedó sorprendido y horrorizado al contemplar la corrupción que existía en los lugares que él creía verdaderamente santos. Sin embargo, consideró necesario seguir las costumbres de los peregrinos a Roma, y así, entre otras cosas, subió la «escalera santa» (que se cree trasportada por manos de ángeles de Jerusalén a Roma) de rodillas y diciendo un Padrenuestro en cada escalón. Repentinamente recordó la declaración del profeta Habacuc, citado después por el apóstol Pablo: «El justo vivirá por su fe» y le ocurrió que todas aquellas penitencias y todos estos rezos forzados, no valían absolutamente nada.

Sin embargo no pensó de sí sino como fiel hijo de la Iglesia Romana, y al regresar a su convento en 1512, recibió el título de Doctor de la Sagrada Escritura en su universidad de Erfurt, y aceptó el profesorado de teología en la recién fundada y pequeña universidad de Wittenberg. Al principio de su actividad como profesor, Lutero enseñaba la misma teología que había aprendido en Erfurt. La única diferencia entre él y los demás profesores, era de que él basaba los dogmas en la experiencia más bien que en principios filosóficos o autoridad del Papa o de la Iglesia. Pero poco a poco vino a entender que era imposible reconciliar sus principios con los de la teología antigua. Así pasaron cinco años.

En 1517 llegó cerca de Wittenberg, un fraile llamado Juan Tetzel recogiendo dinero para acabar la construcción de la iglesia de San Pedro en Roma, dando indulgencias en cambio, con autorización del mismo Papa y del arzobispo de Mainz. Tetzel afirmaba que cada vez que se oía sonar el dinero al caer en la caja de recaudación, se libraba un alma del purgatorio. El pueblo entendió que se compraba no solo el perdón de los pecados pasados sino aún el derecho de pecar durante unos días futuros, doctrina que soltó todos los lazos de la moralidad.

Lutero conoció el desastroso efecto de la venta de las indulgencias por medio del confesionario e indignado escribió sus famosas 95 tesis, clavando lo escrito en las puertas de la iglesia del Castillo de Wittenberg el día antes del «de Todos los Santos» para que fueran leídas por los que llegaran a la celebración de este día.




Las 95 Tesis fueron

impresas, y pronto

circularon por todo el país


En estas tesis sostuvo que el Papa no puede absolver sino de los castigos que el mismo hubiera impuesto, y que estos no se extienden más allá de la muerte; que la absolución se debe a todos los penitentes y que ésta no es indispensable. Más valen las obras de piedad y de misericordia. Pregunta porqué el Papa no libra a todas las almas de una vez del purgatorio, si es que de veras tiene este poder, movido de compasión por sus sufrimientos, en lugar de sacarlas poco a poco por dinero. Estas tesis luego precipitaban una gran discusión que aumentó en intensidad durante unos tres años. En este tiempo Lutero se alejaba paulatinamente del dogma católico-romano mientras su comprensión de las grandes verdades evangélicas se aclaraba cada vez más. Vino a reconocer como verdaderos cristianos a algunos como Wycliffe y Huss que la Iglesia había condenado por herejes y aún llegó al extremo de criticar severamente unas resoluciones de papas y concilios alegando que estos como humanos podían errar. Llegó a basarse en las Sagradas Escrituras y en la razón convincente como las únicas autoridades reconocidas por él.

El Papa después de tres años de discusión, vio que no era posible convencer a Lutero y pensó hacerle callar por la fuerza una vez que no había logrado hacerlo por sus argumentos. En 1520 lanzó al mundo la bula de excomunión condenando 41 de las tesis de Lutero y ordenando a todos los magistrados que si no se retractaba dentro de sesenta días, que le prendieran y le entregaran a Roma.

Durante los tres años de discusión grandes masas del pueblo y muchos de los príncipes alemanes habían reconocido en Lutero a aquel que podía salvarles del yugo y de la corrupción de Roma. As¡ no tenía él porque temer. Publicó un folleto contestando lo que él llamaba «la bula del anticristo» y el 10 de Diciembre de 1520, en la plaza principal de Wittenberg, ante una asamblea compuesta de profesores de la universidad, estudiantes y otras muchas personas, quemó la bula con el libro de la ley canóniga y otros libros romanistas.

Por este tiempo después de muchas negociaciones diplomáticas, fue aceptado como emperador de Alemania, el rey español, con el título de Carlos V. Era éste un joven monarca enérgico y desapasionado y algunas veces en esta época bastante transigente en cosas religiosas. Al subir al trono imperial vio con alarma que una gran parte de sus súbditos habían aceptado la doctrina de Lutero y que el Imperio estaba en graves dificultades con el Papa como consecuencia. En la esperanza de arreglar algo, intimó a Lutero a que compareciese ante la dieta de Worms, bajo su protección. Este obedeció y durante su viaje que hizo en un carro abierto de campesinos, fue predicando en todos los pueblos que halló a su paso, siendo recibido por grandes muchedumbres que se llenaron de entusiasmo por su causa. La víspera de su llegada a Worms un canciller del príncipe Federico, su amigo, le recordó el fin trágico de Juan Huss quien también había confiado en la palabra de honor de un emperador y sin embargo había sido quemado vivo. A esto contestó Lutero «Huss ha sido quemado pero no la verdad con él. Iré aunque se dirigiesen contra mí tantos demonios como tejas hay en los tejados.»

Al llegar a Worms se presentó ante la dieta, compuesta por el mismo emperador y sus ministros, altos prelados, sacerdotes, nobles y príncipes del imperio y doctores de las universidades. Le mostraron sus libros y le preguntaron si los reconocía como de su propiedad. A esta pregunta les contestó que sí. En seguida le leyeron algunos pasajes de estos mismos libros y le preguntaron si se retractaba de lo escrito. La presencia de tantas altas personalidades en la asamblea, hizo desfallecer un tanto el carácter enérgico de Lutero, quien al oír la tremenda pregunta que le hicieron, pidió un día de plazo para contestarla. Este día lo pasó en oración en su cuarto pidiendo que Dios le diera poder para confesar su error, si había error en él, o para mantenerse firme, si lo que había dicho era verdad. Al comparecer nuevamente ante el tribunal al día siguiente y al repetírsela la pregunta, contestó que no se retractaba mientras que no se probase con argumentos basados en las Sagradas Escrituras o en rigurosa lógica, que sus doctrinas eran falsas. Al exigirse una respuesta final y categórica, acerca de su retractación, dijo que su conciencia no le permitía retractarse. «Aquí estoy, no puedo obrar de otra manera, ampáreme Dios, Amén.»

Salió en seguida de la asamblea sin que fuese molestado y luego emprendió camino para Wittenberg bajo el mismo salvoconducto del emperador, mientras que este en consejo de ministros acordó ponerle bajo el bando del imperio. Mientras Lutero seguía su camino para Wittenberg se encontró con un escuadrón de caballeros que le apresaron y le llevaron a Wartburgo, castillo inexpugnable de la Turingia. Estos fueron de sus mismos partidarios que se valieron de este acto para ponerlo en seguridad. Allí pasó un año, tiempo que empleó en hacer una traducción del Nuevo Testamento al alemán.

Aún estando en Wartburgo, Lutero tuvo noticias de unos desórdenes promovidos por sus mismos partidarios, quienes en su celo por la Reforma habían empezado a romper imágenes y destruir altares. Al saber esto decidió salir del Wartburgo para ir a corregir estos desmanes y predicar una reforma más transigente. Manifestó su decisión a su ilustre huésped y este le hizo ver lo arriesgado de su empresa, pues estando bajo el bando del imperio era un deber de cada fiel súbdito del emperador matarlo. Lutero contestó que si cayera sería con Cristo y que él preferiría caer con Cristo que estar en pié con César. La salida no le fue impedida y con pocas predicaciones logró calmar los ánimos de los iconoclastas. El tiempo que siguió, lo empleó en escribir tratados en defensa de la fe evangélica. En menos de un año había escrito 183 folletos y obras religiosas.

lunes, 20 de abril de 2009

miércoles, 25 de marzo de 2009

ARISTÓTELES

SEGÚN LA LÓGICA DE ARISTÓTELES FORMULE UN PLANTEAMIENTO DISCURSIVO DONDE PERMITA ESTABLECER UN NUEVO CONOCIMIENTO EN SU VIDA A PARTIR DEL TEXTO MISMO.
EXITOS EN LA ACTIVIDAD
1.1. Lógica : los conceptos
La lógica aristotélica
1.
Aristóteles ha pasado a la historia, entre otros cosas, como el primer sistematizador de la lógica. De hecho, sus propuestas en este campo, junto a las aportaciones de los estoicos, han constituido prácticamente toda la lógica hasta el siglo XIX. El mismo Kant, quien toma la clasificación aristotélica de los juicios como base para realizar las deducción trascendental de las categorías del entendimiento, aspecto fundamental de su obra, se extraña del mínimo avance de la lógica, desde Aristóteles, contrastándolo con el arrollador avance de la ciencia a partir del Renacimiento, dado que ambas parecen ofrecernos una forma de conocimiento seguro.
2.
Las obras de lógica de Aristóteles (Categorías, Sobre la interpretación, Primeros analíticos, Analíticos posteriores y Tópicos) fueron agrupadas en un conjunto llamado Organon, que los filósofos interpretaron tradicionalmente como una propedéutica, una preparación para la filosofía. Con ello pretendían recalcar que el conocimiento de las leyes del razonamiento era fundamental, un paso previo, para cualquier ulterior estudio, y que debía estar en posesión de tal conocimiento quienes quisiesen adentrarse en el terreno de la filosofía. A diferencia de la moderna lógica formal, la lógica aristotélica parte del supuesto de que las formas de pensamiento reproducen lo que ocurre en la realidad, o sea, que las cosas extramentales existen tal como son pensadas por la mente, por lo que las categorías de la mente son categorías objetivas, categorías de la realidad. De ese modo las categorías del pensamiento adquieren un sentido ontológico y ese carácter propedéutico que ha señalado la tradición filosófica.
3.
La lógica aristotélica se ocupa del estudio de los conceptos, dedicando especial atención a los predicables, y de las categorías (o predicamentos), que se completa con el análisis de los juicios y de las formas de razonamiento, prestando especial atención a los razonamientos deductivos categóricos o silogismos, como formas de demostración especialmente adecuadas al conocimiento científico.
Los conceptos
1.
El concepto es entendido como la representación intelectual de un objeto, diferenciándose, pues, de lo sentido, lo percibido, lo imaginado o lo recordado. Las propiedades de los conceptos son la comprensión y la extensión: la primera denota las características esenciales que contiene un concepto, y la segunda el número, la cantidad de sujetos a los que puede aplicarse, de los que se puede predicar. Cuanto mayor sea el número de características que contiene un concepto, menor será el número de sujetos a los que pueda aplicarse, y viceversa. En función de estas características se pueden construir los conocidos árboles lógicos, como hizo Porfirio (siglo III d.c.), en los que se clasifican los conceptos estableciendo entre ellos una relación de jerarquía y subordinación, de mayor a menor extensión.

PLATÓN

SEGÚN LA LECTURA ANTERIOR REALICE UN ENSAYO DONDE PERMITA VER LA IDEA CENTRAR DEL TEXTO: RECUERDEN QUE LOS ENSAYOS NO DEBEN SER CORTOS
1.1. La Teoría de las Ideas
La teoría de las Ideas representa el núcleo de la filosofía platónica, el eje a través del cual se articula todo su pensamiento. No se encuentra formulada como tal en ninguna de sus obras, sino tratada, desde diferentes aspectos, en varias de sus obras de madurez como "La República", "Fedón" y "Fedro". Por lo general se considera que la teoría de las Ideas es propiamente una teoría platónica, pese a que varios estudiosos de Platón, como Burnet o Taylor, hayan defendido la tesis de que Platón la había tomado directamente de Sócrates. Los estudios de D. Ross, entre otros, han puesto de manifiesto las insuficiencias de dicha atribución, apoyando así la interpretación más generalmente aceptada.
La formulación tradicional
Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada e indestructible, pues), siendo, por lo tanto,ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible.
La primera forma de realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la segunda forma de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá decirse de ellas que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de opinión o "doxa". De la forma en que Platón se refiere a las Ideas en varias de sus obras como en el "Fedón" (el alma contempla, antes de su unión con el cuerpo, las Ideas) o en el "Timeo" (el Demiurgo modela la materia ateniéndose al modelo de las Ideas), así como de la afirmación aristotélica en la "Metafísica" según la cual Platón "separó" las Ideas de las cosas, suele formar parte de esta presentación tradicional de la teoría de las Ideas la afirmación de la separación ("khorismós") entre lo sensible y lo inteligible como una característica propia de ella.
El dualismo sensible/inteligible
Una de las primeras consecuencias que se ha extraído de esta presentación tradicional de la teoría de las Ideas es, pues, la "separación" entre la realidad inteligible, llamada también mundo inteligible ("kósmos noetós") y la realidad sensible o mundo visible ("kósmos horatós"), que aboca a la filosofía platónica a un dualismo que será fuente de numerosos problemas para el mantenimiento de la teoría, y que Aristóteles señalará como uno de los obstáculos fundamentales para su aceptación.
Lo inteligible
En cuanto a las Ideas, en la medida en que son el término de la definición universal representan las "esencias" de los objetos de conocimiento, es decir, aquello que está comprendido en el concepto; pero con la particularidad de que no se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que se refieren los contenidos mentales designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias" subsisten independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento, y en cuanto tales gozan de unas características similares a las del ser parmenídeo. Las Ideas son únicas, eternas e inmutables y, al igual que el ser de Parménides, no pueden ser objeto de conocimiento sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. No siendo objeto de la sensibilidad, no pueden ser materiales. Y sin embargo Platón insiste en que son entidades que tienen una existencia real e independiente tanto del sujeto que las piensa como del objeto del que son esencia, dotándolas así de un carácter trascendente. Además, las Ideas son el modelo o el arquetipo de las cosas, por lo que la realidad sensible es el resultado de la copia o imitación de las Ideas. Para los filósofos pluralistas la relación existente entre el ser y el mundo tal como nosotros lo percibimos era el producto de la mezcla y de la separación de los elementos originarios (los cuatro elementos de Empédocles, las semillas de Anaxágoras o los átomos de Demócrito); también Platón deberá explicar cuál es la relación entre ese ser inmutable y la realidad sometida al cambio, es decir entre las Ideas y las cosas. Esa relación es explicada como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas, o participan de las Ideas.
Lo sensible
Por su parte la realidad sensible se caracteriza por estar sometida al cambio, a la movilidad, a la generación y a la corrupción. El llamado problema del cambio conduce a Platón a buscar una solución que guarda paralelismos importantes con la propuesta por los filósofos pluralistas: siguiendo a Parménides hay que reconocer la necesaria inmutabilidad del ser, pero el mundo sensible no se puede ver reducido a una mera ilusión. Aunque su grado de realidad no pueda compararse al de las Ideas ha de tener alguna consistencia, y no puede ser asimilado simplemente a la nada. Es dudoso que podamos atribuir a Platón la intención de degradar la realidad sensible hasta el punto de considerarla una mera ilusión. La teoría de las Ideas pretende solucionar, entre otros, el problema de la unidad en la diversidad, y explicar de qué forma un elemento común a todos los objetos de la misma clase, su esencia, puede ser real; parece claro que la afirmación de la realidad de las Ideas no puede pasar por la negación de toda realidad a las cosas.